Es una realidad, que los niños y jóvenes de hoy en día,
están inmersos en una gran variedad de dispositivos y recursos tecnológicos,
como reproductores mp3, discman, computadoras, Internet, teléfonos celulares,
consolas de videojuegos, juegos para computadoras, etc.
Para ellos, es algo cotidiano y a veces, hasta
imprescindible, el empleo de la
tecnología en actividades de distinta naturaleza, por ejemplo, se han cambiado actividades físicas por las
consolas de juego, llenos de sonidos, imágenes, animaciones; que impactan de
manera más efectiva sus sentidos.
Lo anterior, genera
opiniones encontradas entre los beneficios y los daños que pueden
ocasionar, pero eso ha sido, es y seguirá siendo así, conforme la tecnología
vaya cambiando y la facilidad para hacer uso de ella vaya incrementándose.
Desafortunadamente, las actividades en las que aún no se ha
generalizado el uso de la tecnología,
son precisamente las educativas. Debido a los costos para su implementación, por un lado y por otra
parte a la escasa difusión.
Debería aceptarse, sin discusión, que
es en el campo de la enseñanza, donde las computadoras tienen su mayor
potencial, basta considerar para ello la gran cantidad de información, cursos,
enciclopedias, animaciones, software, suites etc., que actualmente están
disponibles de manera libre o gratuita a
través de Internet. Así, un aula con computadora puede convertirse en un aula virtual.
El problema no son los costos del software, los derechos reservados o conseguir
información, sino el seleccionar la más relevante de entre una inmensa cantidad
que nos bombardea, evitando la saturación y la consiguiente sobrecarga
cognitiva.
El aula virtual permite que cualquier persona, mediante la computadora
y algún software apropiado, acceda a manipular, analizar, comprender y
sintetizar la gran cantidad de información
que estos recursos tecnológicos
ponen a su alcance; basta aceptar
que una computadora puede, por su carácter informativo y en algunos casos hasta
formativo, apoyar al completo desarrollo del estudiante, aun cuando la guía y
orientación para su uso, deberán estar siempre bajo la responsabilidad de una
persona, por lo menos en cuanto a la programación de la secuencia de la información
que la computadora proporciona.
Lo anterior manifiesta la
creciente dependencia del ser humano con respecto de la tecnología, la cual,
puede y debe ser usada para mejorar nuestro nivel de educación, y no para
formar personas que sean dependientes de ésta, sino mas bien, usuarios que
conozcan el qué y el cómo de la misma, para ello sólo se necesita voluntad de
las tres partes que intervienen en el proceso de enseñanza: el maestro, el
alumno y la familia.
Se
debe usar tecnología en la educación desde que los alumnos pisan un aula de
instrucción formal, sea preescolar o primaria, pero hoy en día, es de vital
importancia su empleo en el nivel medio superior y sobretodo en el bachillerato
tecnológico, debido a que existen
infinidad de recursos virtuales que pueden acelerar el cumplimiento de los
propósitos educativos, aunado, a que, por ejemplo, equipar un laboratorio de
física o química, realmente funcional, puede resultar con un costo mayor, que el empleo de recursos virtuales y
tecnologías educativas.
Por
lo tanto, los maestros debemos estar actualizados en la tecnología que se usa
en las acciones educativas, denominada actualmente tecnología instruccional,
que se refiere al uso de programas computacionales y sistemas electrónicos para
la enseñanza.
Los estudiantes deberán adoptar un
papel mucho más activo, protagonizando su formación en un ambiente rico en
información y en actividades educativas, en el que el maestro será pieza
fundamental.
Los
maestros deberán ser los primeros en aceptar el uso de la tecnología y los
impulsores de su uso en la comunidad que nos rodea; deben ser guías,
consejeros, asesores y guardianes del buen uso de la información en la
formación de sus estudiantes.
Debe evitarse que las nuevas tecnologías acrecienten las diferencias
sociales existentes o creen sus propios marginados. ¿Están los centros
educativos preparados para afrontar la parte que les corresponde de este
desafío? ¿Están los jóvenes y los maestros preparados para el futuro?.
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